viernes, 30 de marzo de 2012

Las Piedras de Ica y la Humanidad Mesozoica

Por Xentor Xentinel

«Las Piedras Grabadas de Ica constituyen tan sólo el comienzo de una Nueva Era para la Ciencia. Una era que nos exige y exigirá cada vez más mentes abiertas, capaces de comprender y aceptar que nuestros principios y conocimientos no tienen por qué ser definitivos» (Javier Cabrera Darquea).

En el Desierto de Ocucaje (Departamento de Ica, Perú), fue depositada una Biblioteca «Gliptolítica» (Gliptolito: Antigua piedra grabada) compuesta por más de un millón de piedras ideografiadas, aparentemente por una antigua Humanidad, anterior a la nuestra.

Fueron encontradas y conocidas por indios de remotas culturas (Paracas, Ica, Tiahuanaco, Nazca y hasta Inca), que las supieron guardar y respetar, porque las consideraban «cosas de los dioses».

Los Incas las denominaban «Piedras Manco», como consta en las crónicas de algunos Jesuitas que acompañaron a los españoles en 1550.

Según el comentarista indígena Juan de Santa Cruz Pachacuti Llamqui, estas Piedras Manco habían sido halladas en tiempos del Inca Pachacútec, en el reino de Chincha, en Chinchayunga.

Hacia 1962, los «Huáqueros» (buscadores ilegales de restos y piezas arqueológicas), comenzaron a desenterrarlas de las tumbas prehispánicas (de entre 600 y 2.300 años de antigüedad) en los alrededores de la Hacienda Ocucaje: lugares como Cerro Blanco, La Banda, Paraya, Chiquerillo, Cayango, etc.

En aquel entonces, dos ingenieros de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Ingeniería (Fernando de las Casas y César Sotillo), realizaron un estudio de ellas, catalogándolas como provenientes de flujos volcánicos de la Era Mesozoica.

A partir de 1966, el Profesor Javier Cabrera Darquea, comenzó a recopilarlas, llegando a comprar más de 11.000 de ellas a los campesinos de Ocucaje (a Basilio Uchuya y una tal Irma), para estudiarlas e interpretarlas. Se calcula, además, que otras 40.000 de estas piedras circulan por el mundo.

Los campesinos, que las extraen de los cerros próximos, declaran oficialmente que las «trabajan» ellos mismos, para no tener problemas con el gobierno peruano, que multa o encierra en prisión a cualquiera que reconozca haber desenterrado restos arqueológicos para comerciar con ellos.

De hecho, los campesinos suelen crean piedras falsas, con motivos simples (sobre todo para realizar demostraciones). Pero falsificar una piedra de complejidad mediana, puede llegar a tomar hasta 4 meses.

Ni siquiera un pueblo completo, con cientos de «Uchuyas» provistos de modernos taladros y herramientas, podría grabar la mitad de aquellas 50.000 piedras que hoy circulan por el mundo.

El Profesor Antezana Gallegos, de la Universidad San Luis Gonzaga, lo expresó de este modo:

«Esas piedras que graba el campesino de Ocucaje nada tienen que hacer frente a las que son consideradas auténticas. Los dibujos de las pocas piedras que posee Uchuya son simples y torpes, frente a los complejos símbolos e ideogramas de las otras. Hasta un niño se daría cuenta de la tremenda diferencia».


LA ERA MESOZOICA

Esta sería la historia que narran las «Piedras de Ica», según la interpretación del Dr. Cabrera:

Durante la Era Mesozoica o Secundaria (hace más de 65 millones de años), Seres Extraterrestres procedentes de un planeta del Cúmulo Estelar de Las Pléyades, colonizaron la Tierra.

Eran seres rechonchos, de gran cabeza, piernas cortas, brazos largos y 3, 4 ó 5 dedos largos en cada mano, pero siempre sin pulgar. El tórax y el abdomen eran más bien globulosos. Su altura media, aparentemente, no superaba los 1,20 mts. Los había de tres razas: negra, blanca y amarilla.

En aquella Humanidad no existía lo que ahora se llama familia. La afectividad estaba orientada hacia la vida intelectual, de modo que el individuo se desarrollaba a través de su permanente búsqueda de Conocimiento.

En aquellos tiempos, la Tierra contaba con 3 Lunas, carecía de Polos, y había mucha más tierra que océanos, ya que el planeta había experimentado un largo y fuerte proceso de calentamiento, haciendo que buena parte de las aguas se evaporasen, concentrándose en la Atmósfera.

En aquella era, la Tierra debía presentar desde el exterior un aspecto muy similar al que hoy tiene Venus. Las nubes eran extremadamente densas y cubrían casi por completo la superficie del globo.

Los actuales Continentes de Asia y Europa, se encontraban en los Océanos Pacífico y Atlántico, constituyendo los legendarios Continentes de Lemuria y Atlantis. La raza negra vivía en África, la blanca en Atlantis, y la amarilla en Lemuria.


ELEVADO NIVEL TECNOLÓGICO

Esta Humanidad Mesozoica tenía un elevado nivel tecnológico: había logrado vencer la fuerza de gravedad, volaba al espacio, conocía los más profundos secretos de la Astronomía, etc.

Levantaron Pirámides en la zona del Ecuador Terrestre (un Ecuador que no coincidía del todo con el actual), para captar y transmitir la Energía Electromagnética del Cinturón de Van Hallen. Dicha Energía —una vez convertida en eléctrica— se distribuía a todos los continentes, para uso industrial y tecnológico.

En el actual Perú, construyeron el Espaciopuerto de Nazca, aprovechando el gigantesco filón de hierro que existe bajo esta zona. Ellos trazaron las pistas, y electrizaron la zona, convirtiéndola en un gigantesco electroimán.

Las pistas y algunos de los dibujos de Nazca fueron sometidos a sistemas de electrificación que permitían a las Naves entrar o salir de la Tierra a voluntad. Bastaba regular el Campo Magnético para aterrizar o despegar. El mecanismo era sencillo.

Existía un lugar de embarque y una zona inicial de recorrido —a base de Motores Electromagnéticos— que concluía en una «caída libre», aprovechando el desnivel del terreno. En un tercer tramo, las Naves eran aceleradas mediante un «cojín magnético» y los motores lineales. Por último, en una plataforma angulable, se llevaba a cabo la deflexión, incrementando la velocidad.


CLAVES COGNOSCITIVAS

Aquella Humanidad podía, también, efectuar el cambio de Claves Cognoscitivas, transfiriéndolas desde el cerebro de un hombre al de otro. Es decir, en un solo cerebro podían ser encajados los conocimientos de otros individuos. Y el «trasvase» de claves podía verificarse en número infinito.

Esto no representaba choque o contraposición de personalidades, porque todos los individuos eran idénticos entre sí, experimentando de este modo, una suma de conocimientos o «multiplicación» cognoscitiva.

La Humanidad Mesozoica no era personal. No existía el actual concepto de propiedad. No estaba sujeto al egoísmo. Su finalidad era única: el Conocimiento, que al ser «trasplantando» de un cuerpo a otro, no se perdía, sino que era sostenido y enriquecido sin cesar.

Hoy sabemos ya que un individuo es lo que es precisamente su Clave de Conocimiento. Y eso existe físicamente, expresado en Ácidos Nucleicos. Es algo real. Los más avanzados especialistas en genética han demostrado que dicha Clave de Conocimiento es visible, incluso, al microscopio.

Desde que un niño nace, su cerebro comienza a crecer. Las Neuronas asimilan proteínas: una materia que, a su vez, servirá para «inscribir» en el Sistema Nervioso cada una de sus experiencias. La Célula Nerviosa, por tanto, «inscribe» en un Código Proteínico lo que realmente es el individuo.

Cada uno de nosotros podría ser reducido en la actualidad a nuestra Clave Genética o de Conocimiento. Sería nuestro Conocimiento «transformado» en materia.

Pero aunque lográramos aislar todo ese Sistema Proteínico, no podríamos «trasplantarlo» al cerebro de otro hombre, como hacía la Humanidad Mesozoica, pues nuestra Humanidad es básicamente distinta.


EL «CUARTO SECRETO»

En algún momento de su historia, la Humanidad Mesozoica recibió a un ser que procedía de otro lugar del Cosmos (¿También de las Pléyades?). Esto constituye lo que el Dr. Cabrera llama «El Cuarto Secreto».

Las piedras de esta serie —que el Dr. Cabrera mantiene con cierto secreto y seguridad, protegidas del común de las personas— muestran lo que parecen soldados romanos montados sobre caballos de tres dedos (mesozoicos), ¡y hasta un Cristo crucificado, que según el Dr. Cabrera, sería aquel misterioso Visitante!

(¿O se trataría más bien de una profecía, algo que la Humanidad Mesozoica vio en el futuro, como muchos creen?).

En 1974, el Dr. Cabrera mostró esta serie al investigador español Juan José Benítez, y le pidió omitir esta información de sus artículos y de su libro, ya que aún se encontraba investigando aquella parte de la historia.


GUERRA CONTRA LOS DINOSAURIOS

Como muestran las piedras, en un momento, los dinosaurios comenzaron a amenazar la Civilización. Y la Humanidad Mesozoica no tuvo más remedio que declararles la guerra.

Fue una «guerra» a muerte. Sin tregua. Una «guerra» que fue más allá, incluso, de la simple matanza de los saurios, puesto que dicha Humanidad rompió el «ciclo biológico» de estos monstruos prehistóricos, anulando así la supervivencia de las especies.

Hace 65 millones de años, al llegarse a un consumo extremo de la Energía Electromagnética, el planeta, lentamente, fue aumentando su magnetismo natural, de tal forma que —progresivamente— fue rompiéndose el equilibrio entre las lunas más cercanas a la Tierra.

Pero éste hecho no se produjo súbitamente. La mayor fuerza de atracción del planeta constituyó un hecho gradual y lento. Sin embargo, aquellos hombres lo descubrieron. Y comprendieron el alcance del inevitable desastre.

Quizá pasaron siglos antes de que una o dos de aquellas lunas —las más próximas y de menor tamaño— se acercaran tanto a la Tierra como para caer violentamente sobre Atlantis.


LA BIBLIOTECA DE ICA

Entonces, la Humanidad Mesozoica se apresuró a dejar un «mensaje», una «biblioteca», en la que se mostrara a posibles Civilizaciones o Humanidades posteriores todo su conocimiento, experiencia y sabiduría.

Aquella Humanidad dejó un legado, tal y como han llevado a cabo los actuales científicos, ante la posibilidad de una nueva autodestrucción termonuclear. Hoy, estos hombres de ciencia —apoyados por el Gobierno de USA— están enterrando todos los conocimientos de la actual Humanidad en microfilmes que encierran en tubos al vacío.

Pero, ¿Qué sucederá si algún día son encontrados por un nuevo hombre primitivo? Seguramente lo utilizará para encender fuego y calentarse. No comprenderá lo que aquello significa. Y posiblemente lo destruirá...

Ésa es la diferencia con este otro «mensaje», grabado en piedras: ¿Qué material podría ser más idóneo que la piedra? Los metales no. Sólo la piedra puede soportar el paso de millones de años.

De este modo, más de un millón de piedras fueron ideografiadas (grabadas con ideogramas), y depositadas en un amplio Túnel Subterráneo excavado a unos 77 Kms al sureste del Espaciopuerto de Nazca, junto a «algo más», que el Dr. Cabrera no quiso contar a J.J. Benítez.


EL GRAN CATACLISMO

Cuando todo se dio por perdido, las Elites Mesozoicas emigraron a su Planeta Hogar en Las Pléyades —llevando consigo todo un «cargamento» de vida—, para encontrarse con sus ancestros.

De algún modo, esto está relacionado con el «Cuarto Secreto», que el Dr. Cabrera pidió callar a Benítez...

La caída del o los satélites hundió parte de los continentes, agrietó la corteza terrestre y desencadenó posiblemente un interminable diluvio. La parte que quedó de Atlantis, fue desplazada hacia el Este, pasando a convertirse en las actuales Europa y Norte de África.

Pero Lemuria no se hundió entonces. El continente fue desplazándose lentamente hacia el Oeste, dejando tras de si —a todo lo largo del Pacífico— un rastro de islas y archipiélagos que hoy existen todavía en buena parte. Lemuria llegaría a formar Asia.

En este cataclismo, o en alguno posterior, parte del Túnel donde fueron depositadas las piedras, quedó inclinado. La mayor parte de las piedras que constituyen la Biblioteca de Ica, rodaron y ocultaron gran parte de lo que las acompañaba...

Fue el fin de los dinosaurios y de la Civilización Mesozoica. Los que se quedaron en el planeta perecieron en su mayoría. El Cataclismo sumió a la Tierra en la más absoluta desolación. Es posible que los que llegaran a sobrevivir tuvieran que empezar de nuevo...

Según el Dr. Cabrera, tras el Gran Cataclismo, el Notharctus —una especie de lémur—, fue el animal elegido para la recepción del Conocimiento, y a partir de él, se generó una escala de seres inteligentes, en la que cada uno recibió un Nivel Cognoscitivo para la realización de tareas manuales, técnicas y científicas...


FUENTE:
  • «Existió Otra Humanidad» (J.J. Benítez).
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