viernes, 30 de marzo de 2012

Tiamat y el Origen de la Tierra

Por Xentor Xentinel


Según la Ciencia Moderna, el Sol apareció hace unos 4.700 millones de años, mientras que la Tierra comenzó a formarse 50 millones de años después. Es decir, hace unos 4.650 millones de años.

Sin embargo, según Zecharia Sitchin, uno de los pocos capaces de leer y entender las antiguas Tablillas Mesopotámicas, aquella no era la Tierra todavía...

Según su interpretación del Enuma Elish, el más antiguo escrito sobre el origen del mundo, en el principio sólo estaba el Apsu, es decir, el Sol. Antes que la Tierra, antes que todos los demás Planetas, se formó Tiamat, un Planeta acuoso.

El segundo planeta en formarse sería el pequeño Mercurio, que pasó a ocupar la primera órbita.


El espacio entre el Sol y Tiamat estaba cubierto con los elementos primordiales de ambos astros. Estos elementos se entremezclaron, dando origen a dos nuevos Planetas: Venus y Marte, que pasaron a ocupar la segunda y tercera órbitas respectivamente, y dejando a Tiamat en el cuarto lugar.


Antes de que la formación de estos se completara, comenzaron a formarse los Planetas Mayores: los gigantescos Júpiter y Saturno, que ocuparon las órbitas quinta y sexta.

Saturno, «Hijo» del Sol y Tiamat, «engendró» a su vez a Urano, que ocupó la séptima órbita. Y Urano «engendró» a Neptuno, que ocupó la octava órbita.

Después de esto, algunos planetas comenzaron a «forjar» satélites. Entre los satélites de Saturno se contaba Gaga: el actual Plutón.


En aquellos inicios del Sistema Solar, las órbitas planetarias no estaban del todo establecidas, y los Planetas hacían movimientos erráticos.

Este es el escenario que encontró el Planeta Marduk o Nibiru (nombres babilónico y sumerio, respectivamente) a su llegada a nuestro Sistema Solar, hace 3.900 millones de años...

Los científicos han determinado que un importante evento cataclísmico sacudió a la Tierra, la Luna, y el Sistema Solar en general hace 3.900 millones de años, pero no se ha podido determinar qué fue lo que ocurrió realmente.

Según Sitchin, las Tablillas Mesopotámicas nos dan la respuesta...


LA LLEGADA DE NIBIRU

Nibiru venía desde lo profundo del Espacio: hijo de otro Sol, tal vez más antiguo, se había separado de su familia planetaria «en un arrebato». Atraído por Neptuno, ingresó a nuestro Sistema Solar.

Nibiru era también un Planeta recién nacido, que escupía fuego y radiaciones. Pero traía consigo algo nuevo para este Sistema Solar: la «Semilla de Vida».

¿De qué Estrella se habrá escapado Nibiru? Entre las Estrellas más cercanas a nuestro Sistema Solar se encuentran el Sistema Triple de Alfa Centauro (4,3 Años-Luz), la Estrella Barnard (5,9 AL), y el Sistema Triple de Sirio (8,5 AL).

Nibiru pudo provenir de cualquiera de estas conocidas estrellas, o de cualquiera de las muchas Estrellas cercanas no tan conocidas, que existen. O incluso, de la hipotética Estrella Némesis, una Enana Marrón que conformaría un Sistema Estelar Binario con nuestro Sol.

Como quiera que haya sido, Nibiru entró moviéndose en el sentido de las manecillas del reloj, en dirección contraria a la de los Planetas del Sistema Solar, levantando emisiones eléctricas y de otros tipos entre ellos.

A medida que Nibiru se acercaba, los Planetas lanzaban sobre él impresionantes relámpagos, haciéndolo brillar con fuerza.

Al pasar cerca de Neptuno, el tirón gravitacional de éste provocó una protuberancia en un costado de Nibiru, y modificó su sendero orbital, orientándolo más al interior del Sistema Solar.

Al pasar por Urano, algunos trozos de materia se desprendieron de éste, originando 4 satélites, que se arremolinaron como un torbellino alrededor de Nibiru. De ahí que estos satélites reciban en el Mito Sumerio y Babilónico el nombre de «Vientos»: Viento Norte, Viento Sur, Viento Este y Viento Oeste.

La aproximación de Nibiru pronto comenzó a alterar a los Planetas Interiores: Tiamat, Marte, Venus y Mercurio.

De Tiamat se desprendieron 11 trozos de materia, una horda «rugiente y furiosa» que pasaron a convertirse en sus satélites, siendo Kingu el mayor de ellos.

Al pasar por Saturno, Nibiru expulsó a su satélite Gaga a los confines del Sistema Solar, ocasionándole una extraña órbita elíptica. Gaga o Plutón pasó, entonces, a convertirse en el noveno planeta del Sistema Solar.

Además de esto, Nibiru le arrebató otros tres satélites («Viento del Mal», «Torbellino» y «Viento Incomparable»), que quedaron girando a su alrededor, junto a los cuatro anteriores. Desde entonces, Nibiru posee 7 satélites naturales.

Mientras pasaba por los Planetas Mayores Saturno y Júpiter, e influido por el gran tirón gravitacional de estos planetas, el sendero orbital de Nibiru se curvó aún más hacia dentro del Sistema Solar, poniéndolo en ruta de colisión contra Tiamat.


Debido a las influencias gravitacionales de los demás Planetas, el curso de Nibiru se hizo errático, y hasta sus satélites comenzaron a virar fuera de curso, mientras se acercaba a Tiamat. Pero la suerte ya estaba echada.

Al pasar junto a Tiamat, ambos planetas se engancharon gravitacionalmente, y «Viento del Mal», fue el primero en golpear a Tiamat por la mitad, atravesándola, y dejando tras de sí una amplia hendidura.


A través de esta fisura, una inmensa descarga eléctrica saltó como una chispa desde el energéticamente cargado Nibiru. Haciéndose camino hasta las «entrañas» de Tiamat, este rayo neutralizó y extinguió sus campos electromagnéticos.

En el titánico encuentro, todos los satélites de Tiamat, salvo Kingu, quedaron destrozados, pasando a convertirse en los actuales Cometas del Sistema Solar. Arrastrados por la gravedad de Nibiru, terminaron con extensas órbitas elipsoidales en sentido «retrógrado», es decir, contrario al movimiento de los demás Planetas.

Tras esto, Nibiru prosiguió su viaje, dando la vuelta en torno al Sol, para encontrarse nuevamente con Júpiter, Saturno y los demás Planetas Exteriores, hasta salir del Sistema Solar.


EL SEGUNDO ENCUENTRO

Pero el Sol ya había atrapado a Nibiru en su campo gravitatorio, y al cabo de un tiempo, éste volvió al Sistema Solar, siguiendo la misma trayectoria.

En esta ocasión, también se produjeron descargas eléctricas de los demás Planetas. Al pasar por Tiamat, Nibiru lo golpeó, partiéndolo en dos, y separando, de este modo, el Hemisferio Norte del Hemisferio Sur del Planeta.

Después, otro de los satélites de Nibiru («Viento Norte»), golpeó al Hemisferio Norte, empujándolo hacia el Sol, junto a Kingu, el satélite sobreviviente. Las chorreantes aguas de lo que quedaba de Tiamat, se desparramaron por el Espacio en el proceso.


Acto seguido, Nibiru golpeó el Hemisferio Sur de Tiamat, convirtiéndolo en miles de pedazos, que se esparcieron en una banda que hoy conocemos como el Cinturón de Asteroides, que hasta hoy se mueve en el mismo sentido retrógrado que Nibiru y los Cometas del Sistema Solar.

En las Tablillas Mesopotámicas se conoce al Cinturón de Asteroides como «El Brazalete Celestial», «El Brazalete Repujado», «El Firmamento», o «Cinturón de Aguas Congeladas». Desde entonces, este Brazalete o Cinturón separa a los llamados Planetas Interiores de los Exteriores.


No obstante, algo bueno saldría de todo este descalabro cósmico: al golpear a Tiamat, Nibiru le había transmitido la «Semilla de Vida».

El Hemisferio Norte de Tiamat, que aún sobrevivía, se acomodó en una nueva órbita, entre Venus y Marte y, lentamente, fue tomando forma y recuperándose, hasta llegar a convertirse en la Tierra actual.

El lugar donde impactó Viento Norte, empujando al Hemisferio Norte de Tiamat, es lo que conocemos hoy como la cuenca del Océano Pacífico.

En cuanto al fiel satélite Kingu, continuó girando alrededor de lo que quedaba de la antigua Tiamat, siendo conocido hoy como la Luna terrestre.

Tras este período de caos, las órbitas de todos los Planetas comenzaron a estabilizarse. La órbita terrestre quedó fijada en el período de tiempo, que conocemos como AÑO, mientras que la órbita nibiruana quedó fijada en un SHAR, que corresponde a 3.600 años terrestres.


Desde entonces, han transcurrido unos 3.900 millones de años en la Tierra, y más de un millón de Shars en Nibiru.

En la Tierra, emergieron las tierras de las aguas, los rayos solares calentaron y activaron las Moléculas de la Vida depositadas por Nibiru y, en un proceso de miles de millones de años, comenzó a desarrollarse, evolucionar y diversificarse la vida.

Lo mismo ocurrió en Nibiru, pero como allá la «Semilla de Vida» era más antigua, la Vida Inteligente surgió mucho antes que en la Tierra.


FUENTES:
  • «El 12º Planeta» (Zecharia Sitchin).
  • «El Libro Perdido de Enki» (Zecharia Sitchin).
  • The Official Website Of Zecharia Sitchin
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